2022-12-18

CUBA RESISTE NO TE RINDAS

 

Foto: Obra Cinco Palmas, de José Fuster

Bajo las palmas nuevas de un cañaveral –justo en una de las laderas de aquella serranía triste de los más humildes y olvidados– renació la esperanza de un pueblo un 18 de diciembre de 1956.

La fecha tenía ya un precedente estremecedor: habían transcurrido 16 días del accidentado desembarco de los 82 expedicionarios del yate Granma, y 13 del revés de Alegría de Pío.

Parecía, entonces, que todo estaba perdido; que las menguadas fuerzas de los revolucionarios no se volverían a unir; que el hambre, la sed y las heridas mellarían la tenacidad de los combatientes; y que el ideal libertario quedaría trunco entre tanto monte agreste, el fuego enemigo y la sangre valerosa derramada en suelo patrio.

Pero aquel 18 de diciembre Cinco Palmas se convertiría en la fragua de lo imposible. «¡Ahora sí ganamos la guerra!», había gritado eufórico Fidel tras el encuentro con Raúl y otros seis combatientes, entre todos armados apenas con siete fusiles, y, sin embargo, la frase devendría semilla fértil con la que germinó la inquebrantable certeza de no cejar en la lucha.

Allí, en el sitio exacto del reencuentro entrañable, del abrazo salvador y de la profecía irredenta que dos años después cumpliría el sueño postergado de un país, aún se respiran los aires de rebeldía con los que se defendió, y se sigue defendiendo la nación.

Porque Cinco Palmas es un símbolo de resistencia que inspira siempre; es pedestal sublime que recuerda la grandeza de la red de ayuda campesina bajo la conducción de Celia; es la misma montaña hermosa del verde olivo que abrigó al naciente Ejército Rebelde, y es, «por muchas razones, un altar al optimismo revolucionario y a la fe en la victoria», tal como lo expresara el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, al conmemorarse el aniversario 60 del histórico hecho.

Es por ello que la Cuba en Revolución ha tenido siempre en reserva una capacidad inmensa de reponerse ante la adversidad. Es el ejemplo latente de Fidel de no rendirnos, aunque los golpes sean fuertes, aunque los retos parezcan inalcanzables, o aunque algunas tempestades nos arranquen lo vivido y haya que volver a levantarse para retomar el camino de nuestra obra socialista.

Por ello hoy, también, frente a todo tipo de complejidades y amenazas con visos de injerencia imperial, hay un pueblo que no renuncia a su memoria histórica, ni a sus principios, ni a sus ideales, porque habita en su pecho la convicción profunda de que ¡sí se pudo, sí se puede y sí se podrá!».

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