SALCEDO LUENGO MARIANO
CONEJO Y PUCHERO
Ha muerto a los 93 Salcedo Luengo periodista ingeniero polemista y no sé cuantas cosas más de Segovia. Sus artículos en el Adelantado el periódico donde eché mis primeros dientes y publiqué mis primeros poemas los leía con delectación porque evocaban personajes de la Segovia que yo conocí. Uno de ellos era el inclusero Mariano Conejo hijo de un soldado marroquí y una moza local al que echaron a la inclusa.
Este expósito recorría las calles de la ciudad y en la puerta del Socorro donde ajusticiaron al padre del Buscón según nos cuenta Quevedo el Jurry (yo fui testigo de la escena) un caballista y matarife que no lo podía ver porque tenía fama de ir por ahí de bureo y asaltaba a las señoras le azupó los perros. Un mastín leonés le desgarró una pierna al pobre expósito y tuvieron que llevarlo a la casa socorro.
Le recuerdo bien: calvo, muy moreno casi negroide, sin dientes y con una frasca de vino en el bolsillo de la chaqueta Mariano Conejo creo que era inocuo pero cría fama y échate a dormir. Otro de los caracteres era Puchero que tenía una tienda en el Portalón de la Calle Real, allí nos surtíamos de buen genero antes de ir al cine en las Sirenas que era el palacio de las pipas.
Yo prefería los cacahuetes y las tostadillas calentitas
que mercaba por una gorda en ca Puchero, le recuerdo embutido en su abrigo raído,
la bolina calada y los ojos muy vivos, pintaba la vida y la muerte; y luego nos
íbamos al cine, ya dugo en Las Sirenas vi yo una película que me impresionó.
Marcelino Pan y Vino. Por toda la sala se escuchaban suspiros y el gemir de
lagrimas embozadas cuando el niño ofrece su pan al Cristo y luego se duerme en
brazos de fray Papilla. Me estrené con lágrimas en mi afición cinematográfica. Fue
muy difícil de olvidar la ternura de aquellas escenas filmadas por Andrej Wajda
en los altos del Cristo del Caloco.
¡Ah Marcelino Pan y Vino! rompió el jarro en
el camino, cuando paso por allí por el Caloco me acuerdo de Pablito Calvo que
había nacido el mismo año que yo en el 44 y protagonista de aquella película cuyo
recuerdo nos hace suspirar por la infancia y la inocencia perdida. No me llevo
bien con la ciudad en que nací, ni me fio de los segovianos por circunstancias de
la vida difíciles de narrar aquí. Nadie es
profeta en su tierra. Se cumpla el axioma.
Todos mis paisanos se
volvieron tornadizos y con Teresa de Jesús me sacudo el polvo de mis sandalias
diciendo de Segovia ni el polvo de las zapatillas. Sin embargo, me gustaban los
artículos de Salcedo. Descanse en paz al cabo de su larga vida
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