I
VILLEGUILLO UN HIJO DE
Yo Villeguillo un pobre exárico, heterodoxo y perseguido por
pensar por mi cuenta y por la odiosa manía de cantarle a los poderosos las
cuarenta. Nací en esta ciudad de acarreo, tierra de perailes, gente del bronce
y de la hoja, y de tusonas, mulas del diablo y barraganas de curas y frailes. La vida me hizo mostrarme escéptico de ciertas
solemnes verdades que se fueron por la posta, pero no soy mala persona, creo,
hasta ahora no maté a nadie. Sólo soy necio e inconsciente, iluso y algo
bocazas. Por eso, he venido a prosternar mis huesos ante el clemente Zeus
tronitonante, Señor del Olimpo, padres de todas las creencias, de todas las
religiones cuyo decálogo en piedra bajó desde las cumbres del Olimpo: que
Alcorán, el Candelabro y
—No derramarás sangre ni semen.
Es lo que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las
tabernas y lupanares, adiciones a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy
digno de colocar sobre mi cabeza el manto de oración y la tánica pretexta de los flamines,
contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos años de perdición,
pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me estaba haciendo
la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de
—Eso son sólo palabras que de poco nos
valen, padre mío. Rezar. Llorar, suplicar, abajarme escuchar el silencio de los
corderos hasta que rompiera el alba con su esquila de luz de las mañanas. Es lo
que hice toda mi vida pero tengo un mal pronto que me enajena. Mis enemigos tómenme
por loco y por psicópata. Lo malo es que
puede que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante mi "muro de Lamentos"
de haber expresado mis dudas sobre muchas cosas en el bamboleo de mi fe vacilante
en una vida con no pocas vueltas y
revueltas que no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones,
persecuciones y sufrimientos.
El diablo mueve la cola y
amenaza con tirarme desde el pináculo del templo. Con esa precisa idea de
expiación he vuelto a
Rezamos, pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos,
exclamamos, cantamos y como si nada; el dios pone orejas de mercader a las
súplicas. Se desentiende. Zeus mora en otra esfera, nadie sin su permiso
escalará las peñas del Olimpo. O a lo mejor que ese día estaba de mal café o no
se había traído el sonotone. En mi
mente el mosaísmo, el islamismo y el cristianismo se conjugan pero antes de que
vinieran las aparecidas y de que el apóstol desembarcase en Padrón en una
petera de piedra los dioses familiares presidían nuestras vidas y nuestros
actos. Dejémonos de biblias en verso Es por lo que yo vengo a esta ciudad
sorrapeando los párrafos de “Ab Urbe
condita” Tito Livio impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca
viva de la cual manaba un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde
Peñamellera. Soy un pícaro un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero
estoy al tanto y el que avisa no es traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca
porque para mí no hay barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la
mano de Dios, que todo lo toco y todo lo
ve, emulo del Gran Piscator, lucho contra los malos y aunque a veces haga
partija con Belcebú no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En la redoma de don
Cleofás, uno y no más todos estamos. Pues Segovia como Puente Perin, como
Barahona, Brañosera en Asturias, Hita en
Vieronse escenas lúbricas porque el momento de romanos se
convirtió en anfiteatro espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de
los pies de Cabra hacía a pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por
detrás fueron desfilando los ediles y de las ediles y ministras de todas ellas
hizo ropa vieja. Porque lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de
─Tente que te unto
De su boca desdentada se alzaron las palabras mágicas de un
conjuro. La consigna de aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes
fue “tente que te unto”. La señora Calvo viceministra se quedó entonces en
pelota picada. Por delante el bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio,
diose la vuelta y pudimos con templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto
de carnes como el de
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabas
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la alcaidesa
y el diablo con el unto de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas mágicas se
volvieron transparentes, espíritus puros y empezaron a volar que parecían aves
de mal agüero. Los cielos de Segovia
estaban cargados de ominosos barruntos pues la diablkesa de la alcaldesa bo
cesaba de decir “tente que te unto”. Un grajo infernal al que mandaron bajó de
lo alto y sacó los ojos a la estatua de
─Tiremos abajo a
Pusieron debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando yo”.
El maligno que contemplaba el atropello encaramado al arco más
alto reía mandíbula batiente, luego empezó a ventoseare, sus discípulos
hicieron lo mismo y todo el infierno estalló en risas y en pedos del Ángel
caído. Durante casi media hora toda la plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji
ja jaja. Las descargas eran tan profundas, de una violencia tal que los segovianos
compungidos salían a las puertas de sus viviendas, tapándose las narices o
gritando ay madre el fin del mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que
se llevaba a la alcaidesa dijo:
─Os pasa por judaizar. Ya sois míos
En la plazuela del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y
tanto discurso los políticos marranos y los falsos obispos no paraban de sermonear,
de dar explicaciones (ocurre siempre en todas las crisis nacionales; las esquinas
se llenan de plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de explicar lo
evidente, estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento redundante y
dicaz) y lo evidente era que a redropelo de lo que decía la leyenda, la moza
del cántaro perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo hizo esa
profecía─ el acueducto se vendría abajo. Que otros salmodien y prediquen y yo
decía predícame cura predícame fraile por uno me entra y por otro mesa sale. Yo
soy Villeguillo. Los que tiraron a
─Parecéis oro obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis
cojones─ dijo Ursicinio el Pecoso con aires de desafío.
Todos se encogieron de hombros no hicieron caso de poetas, profetas
y profecías. Allá ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro.
Villeguillo muy triste por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la ciudad
por el puente de Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde
pasaban las legiones del emperador con su estandarte enhiesto y el carnero mascota de
─De Segovia ni el polvo las zapatillas.
En aquel instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso
volver más a la ciudad de la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis
paisanos siempre fueron un poco recontrajodidos.
Todos al santo y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”,
consigna de los degenerados de la oclocracia. Aquí lo importante es ir
tirandillo, sumirse en las andaderas del buen rollito.
Voló a
Los dioses otorgan a los mortales dones maravillosos. Tente que te
unto. No te muevas, estate quieto. Yo me hice transparente esto es un espíritu
puro cuerpo de ángel no sujeto a los imperativos de la biología ni hambre ni
sed ni sexo ni actividades excretorias. Podía incluso volar por el firmamento
circunvolar los espacios siderales explorando otros planetas sin necesidad de
esa materia pingüe y grasa con que abadernan el cuerpo las brujas para volar.
La transparencia era capacidad de atravesar las barreras del tiempo y el espacio
algo así como la explicación concepcionista que da el Astete para explicar el milagro
de la inseminación del Espíritu Santo en el vientre de María “lo atravesó como
un rayo de luz trasluce el cristal sin romperlo y sin mancharlo”.
Los anales de Tito Livio y la historia romana no guardaban para mí misterio alguno. Deambulé
por
—Ellos son mi fuerza, Villeguillo. Los
dioses me dan impulso para torcerle la cabeza a un toro en el circo,
desjarretar a un tigre, y hacer correr a los leones. Mañana son las lupercales
y yo concurro, vendrás a ver cómo lucho contra el diablo, amigo.
Prometí acudir sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo
un canto que había pasado a manera de talismán por la piedra de Juvenal en la
muralla de Segovia frente a la casa que me vio nacer, pero prioritariamente
estuve contemplando a aquellos seres míticos cuya imagen había estampado un
imaginero cretense amigo del gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un
toro monstruoso que arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva
contemplaba al dragón, Jasón jefe de los argonautas escupiendo el vellón transformado
en una vestal. Zeus y Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de nuevo
aflorando el tema trinitario que acoplaron los cristianos a su religión). Bulleron
cabalgaba a lomos de Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a galope
meneando dos enormes alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la lanza a
MI
AMIGO GUMERSINDO ARIJE
A Arije me lo encuentro todos los días
yendo y viniendo por los bulevares de
Él vendrá a separar a
los buenos y a los malos. Apacentará a sus fieles corderos y derramará la
sangre de los cabrones y cabritos. Porque Él es el maestro de Justicia. Pasaron
las pascuas nochebuena tranquila y recatada en el herrén y reanudo yo Arije mis
prosas peripatéticas por el bulevar de Reina Victoria tratando de levigar
aquellos recuerdos separando el grano de la paja de mi juventud. He oído las
palabras de San Esteban el primer mártir que exclamaba mirando al firmamento
"Satis est vixisse" y así
subió a los cielos. Los viejos de
Tengo fuertes palpitaciones y las negras ideas
se apodaran de mí. Las combato rosario en mano. Hay que poner lastre a los malos
pensamientos pues la imaginación hace burbujas y se tira pedos, remuerde por
los desvaríos de cuando entonces y, según los ascetas, es la loca de la casa.
▬¿Viste
el espich que nos largó don Felipe?
▬No
me dio la gana. Al verle tan insulso y tan poco espíritu se me atragantó el
turrón. Para mí el único rey que vale es el la baraja. la monarquía viene del
mono y en España siempre tuvimos a los borbones una desgracia simiesca. Borrón
y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan
por algún rincón del cielo rondas sanabresas, canciones toresanas, ataruxos
galaicos, espantadazas del paloteo vasco, cobras catalanas y tamboreadas
navarras al son del chistu, juntamente con tonadas asturianas. Arije tenía una
visión muy folklórica y así le iba. Estaba fuera de lugar. Le rodeaban las
maniobras en la red de la incomunicación digital la gente enviando guasaps
dándole al dedito a mogollón. Todos dicen que el diablo no canta aunque sabe
mover el esqueleto. Dios te libre de las lenguas de dos filos y de los sermones
del padre Ricci, el que destapó la olla de la tapa de los infiernos y allí
vivimos cómo se cocían una recella de obispos y pontífices máximos traían en la
mano un libro del Dante. Satanás los pinchaba con un gario de cuatro dientes en
las posaderas. Iban desnudos pero se conocía que no les había dado tiempo a
quitarse la mitra de la cabeza. Sus cabalgadas por las calderas de Pedro Botero
eran un auto lardivo.
▬No
puede ser
▬Porque
tú lo digas
En el altar mayor de la
catedral de Luzbel que es una zahúrda de Plutón▬
el infierno es una casa de acogida ▬alcancé
a ver yo a un mitrado muy albardado de casullas, roquetes y manipulos que daba
la bienvenida a los colegas recién llegados con una plática en la cual les
decía que estaban en la casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale
nunca. La cueva de los castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que
crecía en el bulevar. Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne
de serpiente y cañas de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas,
arenques y pollas en vinagre.
Un fraile se sentaba
también como la madre lo parió pero ostentando la tonsura y la cogulla sobre un
sillón de nogal aforrado de guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos
de la barba. Decía ay de mí en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el
Bosco en uno de sus cuadros. Junto al departamento episcopal estaba la sección
de los periodistas que eran incontables los que estaban allá pero su número era
superado por el de los abogados y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva
de políticos era tan larga que ni te cuento: Trump con su trompa elefantina
diciendo que aquella noche era la navidad y no se iría de picos pardos,
▬Con
tanto malvado como hay en el mundo no se coge. Sacadnos de aquí. Estamos hartos
de penar y sufrir.
Al grito de auxilio
acudía el infernal demandadero y les daba la vuelta a la parrilla para que se
torrasen un poco más como san Lorenzo.
No había en el infierno
aliviaderos pues allí no se come ni se bebe ni se mea ni se caga, todo es penar
y crujir de dientes, y para siempre. Para siempre. en medio de esta algarabía
de voces y gritos y blasfemias se escuchaba el barboteo de las perolas donde
cocían sus cuerpos, calderas de pez y aceite hirviendo. la atmósfera era
salobre y sobrecargada de un hedor mefítico. Los fámulos del Pateta se
apresuraban a torturar a los predichos con esmero y diligencia cumpliendo las
órdenes de Lucifer de manera implacable. en aquella alcaicería del furor los
que gritaban fueron sepultados en una montaña de cal viva:
▬
¿No estábamos redimidos por
▬Penen
los rufianes y tengan su merecido.
A las quejas del
purpurado respondió el gran esbirro con un tizonazo en sus partes pudendas
donde tanto duele.
Atollite portas antiquas
abran la cancela pero las puertas de Jerusalén estaban cerradas. La ciudad
santa había sido bombardeada por tres misiles nucleares. me quedé pasmado ante
aquel cuadro de destrucción masiva. Alligieri Dante me señaló a res prelados de
blanco que la impostura glorificó como santos y estaban en cambio sumidos en la
gehena. Eran Pablo, Juan y Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto
pasmado de las blasfemias vi cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer
también lo llamaban el Bar
▬¿Qué
dices Etsi?
▬Yo
no digo nada. Lo tuyo no tiene solución. Me dejaste abandonada para irte con
otra.
Le dije que había
navegado en galeras remando contracorriente con toda la canalla de un barco que
iba a ninguna parte y ahora me esperaba aquella tronera porque de seguro que yo
también era un malvado al que Queronte justiciero aguarda. Tras un infierno en
vida me esperaba otro en muerte. Es el fin; me arrojarán a la trena donde no se
come ni se bebe ni se caga ni se mea durante toda una eternidad. Sicio. Tengo
sed. Un verdugo mojó mis labios con esponja de vinagre y el Santi diome a beber un potingue de cerveza
calamocha mezclada con zumo de rabo de culebra.
▬No
es justo ▬lamentabase
Gumersindo Manahén Arije ▬ que en las
zahúrdas de Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había
pronosticado. él tuvo también esta visión. Se ha torcido mi destino cual tibia
de alcazuz que cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En aquel
instante un sacre altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de uno de
los tilos de la avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea de
autobuses urbanas. El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas
mientras los palomos cojos caminaban, señoriles, recitando plegarias por el
bordillo sin hacer caso del buitre que desde arriba los echaba el ojo. Ellos a
lo suyo a picotear cáscaras de altramuces y pipas que tiraban las niñeras
cortejadas sobre los bancos por militares sin graduación. Un cabo de
Gumersindo odiaba a las
palomas urbanas que echaban a perder las aceras de la ciudad con sus
deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre las bostas de palomizo y
perrizo porque la población canina igualaba casi en número a los siete millones
de habitantes que tenía Madrid
La escena del cabo moribundo de bronce en
manos de la enfermera me recordaba a mis compañeros del tabor de regulares
cando serví a la patria; aun sabiendo que esto hoy no se lleva Arije se sentía
muy ufano de haber hecho la mili en regulares y cantar por lo bajini aquello de
soldado estoy de España y estoy en el cuartel contento y orgulloso de haber
sentado plaza en él. Florence Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese
sido por estas enfermeras que son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas
de guerra que dieron su vida por España hubieran muerto solos como los perros
en algún blocao de Xauen o de Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de
valor. Eso se supone. ¡Bah! no me quiero poner sentimental. Canta la coruja en
la rama del roble. Ya están llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo
andado. Enrollo el cordel y el zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el
firme del bulevar. Camino solo ladera abajo con mis pesadumbres. No es que
quiera mucho a los moros. Les comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos.
Respeto sus lilailas pero yo me quedo con los salmos. No va a ser cosa de
cargar las tintas y aljamiarse y renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que
me conocen a mí pero ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el nombre de
dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno y yo
marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo parecer un
paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada del Trooping of the Colour. El día del santo
de la reina que acontece en London en el bello día de junio. Me dicen los
ingleses que, como su Majestad le da que se las pela al zumo destilado del
enebro con gaseosa, no se le acabará el carrete en mucho tiempo. La reina madre
vivió 102 y ella puede que se plante en los 115. Así que el heredero, al que
llaman el Orejas, el que soñaba con convertirse en tampón higiénico (coño qué
metáfora) de doña Camila la mujer del alabardero, para verla más de cerca, lo
tiene claro.
Tengo una gran colección de arabismos que
exornan (palabras que empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero
de niño sobre la cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de
Clavijo en el que el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros
alzando su espada sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del
caballo del apóstol aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me
impresionaron los rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural
quiso que fueran negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan
con las barbas y melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso
fue patrón de los godos durante siglos
hasta que llegó la monja andariega, madre de los conversos. Ya que buen trabajo
le costó a Francisco de Quevedo defender su auspicio castizo de España por San
Jacobo dándose de cuchilladas con el de los cristianos nuevos, que defendían a
santa Teresa en el compatronato, y bajarle a Boanerges de su pedestal glorioso,
al grito de Santiago cierra España. Estábamos trazando rayas en el aire,
queríamos arar surcos en la mar. Nos falta a los españoles voluntad colectiva,
por eso somos un país de conversos, desdichados y a media hacer enchufado a las
veleidades de una monja andariega e inquieta que podía ser precisamente la que
me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí, deseando ser traspasada por el rayo
místico. Quiero que me penetren. Voglio
una donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos
estudiantes sardinas en lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco
de Santiago. Por estos tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se
dan a la fornicación y ansían ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a
El Santi se descojonaba.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela.
Había algo divino, un halo superior en aquella negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano
pero el diablo, que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía
pronunciar cosas extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel
cuchitril de paredes rojas color vino de la calle
Según Roma, la tribulación aguza la
inteligencia y la alegría hace bajar la guardia a los humanos. Para los
talmudistas es un error imperdonable ir de bueno por el mundo.
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la
esquina, hecho un brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y
mirando de reojo. Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre.
Ya no vas al Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia
civil franco de servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy
jubilata soy un cabo pieza al que se le jodio el goniómetro y el Santi que
aquel día se había levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el
secreta. Además repuse lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo
que fue la mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos a la comandancia.
Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan
Leonor a la cual le gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de
las mañanas del tiempo que se fue. Por sus interferencias la hubiese dado yo
una en los morros pero no valía la pena. Hay que resistir cuando la gente pide
bronca y poner en practica el consejo de mi abuelo que era de
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas el trato
torpe con mujeres públicas. Eres algo seductor y encantador de serpientes pero
insensible al dolor ajeno. Hundes tus fauces en el légamo del egoísmo. Tienes
los pies planos y me da que eres algo impotente. Esto de la impotencia de don
Juvenal fue corroborado por el sanabrés que poseía buen ojo clínico para tales
alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su diagnóstico
de manera contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso imposible:
Santi era de los que jamás han leído un libro. Esos españoles que pertenecen a
un país en el que menos se lee y más se publica. Vanidad de vanidades. Me quedé
de un aire. Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas, mala cosa. Pero
nunca pondréis, malditos, bozal al buey que trilla.
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones,
estaba yo allí todos los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo.
Templanza. Moderación. Circunspección y voto de silencio. Todo menos darla un
par de hostias. No te pierdas, Gumersindo. Y por más que me proponía alcanzar
tales virtudes jamás lo conseguía. A lo mejor el Santi llevaba razón: yo,
arrastrado de mis malas inclinaciones, podía liarla parda hasta el punto de convertirme
en un asesino en serie. No me gustaba mirar los telediarios porque me daban
ganas de vomitar y después matar a ZP. A la rubia de bote el chocho morenote
esa lozana andaluza que pronuncia encendidos discursos simulando la verborrea
de los delegados de curso de
▬¿A causa de la
tos ferina?
▬Paez que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un
tronco de corceles blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la
cruz alzada y cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban
trotando por los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban
yámbicos blancos y las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron
los versos perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del
orgullo vaginal. rNo somos
poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la involución feminista en
qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y sus deseos de aniquilar
la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la palabra pero no pudo
ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban de mis súplicas. En
España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre flor de jara, un hijo
de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor que se torra en los
infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije, tú nunca
entrarás n el paraíso. Mala suerte, chaval. Te salió el esteatoma. Y un zaratán
en los pies es para las ocasiones. Creciste en un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando
nuevas y contando cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No
entendían mi lenguaje por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos, pagados de si mismos, se creían
los reyes del mango pegados a la alcachofa, y al micrófono rebuznador,
verdaderos “maqueraux” de los portavoces
profanadores del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas. Mi tío Hans murió en
Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de desolación nos
comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la ultratumba.
Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad por tío Hans y
todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943. Nuestro futuro se
derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo. Sin embargo llegaría
un día de venganza. La mentira no puede durar mil años. Los serviolas de proa
anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a popa. Caminarás sobre el áspid
y el basilisco, romperás los eslabones de las cadenas que te ataron. La nieve y
la escarcha (Imbert et nix) pasarán
pero no mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura nos largará una
estacha. Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que se abren y
cierran en libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se grabaron en la
piedra de los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo corría en mi
infancia. La piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del más allá.
Haplología cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad que
guardan la viña bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia,
fortaleza, prudencia y templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la modestia
y la abstinencia que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen banzo son las
virtudes más importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste y la guerra
los más destructivos. Después como todo se renueva florece un tiempo distinto
ex novo el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son crucificados
porque no son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose tras el carro
triunfal a sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del Becerro de Oro.
También sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de teloneros, de
periodistas comprados, y de abogadotes rábulas
picapleitos. Los globos se desinflan y se estrellan contra el asfalto del Paseo
de
Una cuadrilla de negros en un banco en mitad
el bulevar recién desembarcados de la patera y a las que las autoridades habían
mandado para acá estaban sentados sin trabajo.
Iban pululando de acá para allá y robaban carteras a los borrachos
mientras dormían descuidados sobre los bancos del bulevar la zorra suprema
zupia calimocho y ginebra de garrafón mezclas explosivas. Todos -eran lo menos
ocho- ocupaban un banco municipal. No tenían currele y estaban de brazos caídos
porque esto no era lo que les habían dicho: esto es el paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No
vamos a pegar golpe.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel
que dice pero después de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o
hacerse el culo de una puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije
— solía decir mi novia Etsi
En
ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo tipo migratorio. Me
daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de razas y empalme de
fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las abotagados rostros
ecuatorianos de piel cobriza que parecen mismamente corchos de botella con
perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi todos estos
ecuatorianos inditos que a mí no me molestan. Madrid ya no es rompeolas de las
españas sino el abra donde convergen todos los mares del mundo. ¿Esto es malo o
bueno? Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y decíamos pero esto ya no
puede ser. Venida la pella, y como no los puedes vencer, únete a ellos, sálvese
el que pueda. A
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en
una hora.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por
mi nombre pero aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en
su inflexión ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y
luego le invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno de
los dos hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la
izquierda. Cuídate y no te apures. Todo
eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el olvido. Si no fueras tan gafe,
te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no se cura... y. Tocó madera.
Había una papelera de bambú en las escalerillas del metro y la rozó con la mano
izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha pasado la galerna. Era como
si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un ventalle de perdición, hijo
mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron Baruj ni cual es la raíz
del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a Malitva una hermana que
había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos bultos en el cuello y
se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era muy guapa y rubia y de
la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa. Ella también era una
Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que lo del tiroides la
vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido que era un pirata
y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
No tenemos mucha suerte los de la familia.
Avanzamos por la vida con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de
otros. Somos del pueblo elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para
tomárselo a broma pero yo suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la
vida. Buen yantar buenos vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y
sobre todo buenos libros y buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo
me he bebido cubetes enteros de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión
que nos inmortaliza y no fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas
de nosotros aunque a veces nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos
siempre de estar preparados y ser congruentes con nosotros mismos para cuando
sople el viento de perdición que extinga la llama de todos los cirios. Otros
tienen oscuridad pero los Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos.
¿Será eso por lo que el profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por
lo que me pusieron al nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos
místicos deambuló por la ciudad.
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis.
Dejadme en paz. Yo tengo otras preocupaciones. Ale, ale, a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le
arrimaban las pigmeas. Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por
algo. Tuvo que ponerse serio Arije y sacar la
poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al ver la de Albacete
se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus cavilaciones se le
había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta que abrieran el
primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida otro dibujo otra
alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al trasnoche y amaba las
madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se escucha a los gallos
quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que despertaba y poco a
poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía frío. Era lunes santo y
ya se notaba la proximidad de la primavera. Se escuchaban cantar los pájaros en
las frondas del Retiro. Toda aquella huida de Arije de su propio laberinto y de
su castillo interior a la negrura de la noche tenía una explicación. Se había pasado
la tarde entre bostezo y bostezo haciendo zapping por televisión hojeando a rastras
insustanciales periódicos y suplementos dominicales subidos de color y de
desnudeces pero entecos de ideas. Para él estaba visto que la belleza no estaba
plasmada meramente en el felpudo de la modelo exuberante que por una vez se
retrasa mostrando sus líneas. Para él la belleza era la filocalía. No estaba en
torsos ni en senos flotantes sino en la belleza interior. Una mirada una
palabra amable una risa feliz una canción de quintos. Los nuevos periodistas
explicaban a sus lectores a lo largo de una serie de reportaje su pan comido:
ha nacido, señores, una nueva religión. Ahora todos somos laicos. Los gimnasios
habían sustituido a las capillas en su misión soteriológica. Era el síndrome de
la catedral vacía de fieles y llena de turistas. La descristianización
progresiva, los largos puentes de fin de semana. El alzamiento de pesas. La
barra fija. La bicicleta estática y otras calistenias. La gordura es un pecado
mortal y el peor diablo el de la grasa. Los flamines del tercer nivel habían
sustituido a los curas y a los obispos. Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios,
derribaron pulpitos y ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una
fabula que se inventó el Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo
cambió. Acababa de hacer explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos
de pensarlo. Aquel piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte
de un geo. Dios aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era
buena persona en realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la
culpa la tendría su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin
embargo cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su
obra anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas
apoltronado hecho un oso buco. Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante
la cuartilla blanca. Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha
cumplido. Has logrado tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no
había fallado un punto en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres
pueblos que vives en otro mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los
insultos. Eres un cobarde y encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio
de inventario sin embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se
paseaba por la roca del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte.
Vio unos demonios so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente
sobre la rama de un ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en
el jardín. En ese jardín. En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba
sobre un cementerio y allí estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de
alzarse y muchas noches sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como
vaharadas las trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la
guerra civil o el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Pollux
un poco más ya junto a la fontana de
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados
los pontones del olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo
de los cimientos mismos del Arco de Triunfo. Estuvieron trabajando obreros
actividad frenética día y noche para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar
don Cejas para
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un
primero de abril entró la fuerza por acá, en este mismo punto donde nos
encontramos. Entraron las banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y
se desplegó la roja y gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—Que bonito! —dijo el de la partida que
tenía un brete y una pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza
que nos interrumpe. Lo que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios?
Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de
aquella fecha ya nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín
con una leyenda en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de
Buridán plegó las orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un
parte de incidencias el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter victura
monumentum hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más que
escribir esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un
resquicio de la memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y
la chaquetilla cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas
como en el Ampurdán. Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en
papel o en papiro que es un poco la escritura en la pared de la cena de
Baltasar. Frases para durar. No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí
vio en lo alto del cielo al profesor Mariner mártir de la democracia o la
contrademocracia fulgiendo como un ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y
de Virgilio. Armis hic victoribus. Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete.
Mundus transit. Pasa página. Animo pues, amigo que para eso tienes nombre de poeta
y apellido de pámpanos. Eres todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al pobre
Baruj Gumersindo Arije. Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había tundido
lo suyo la vida y el pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba gambado
por una ciudad que fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles iba y
venía meteco o exilado en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen pero la
ciudad ya no es tuya y hasta el habla siendo la misma es extraña. Todo es extraño. Los rostros, mohínos y
distantes la gente amargada y con cara de ir a lo suyo. En las caras se refleja
la infelicidad que procura el egoísmo y la desconfianza. Madrid me mata.
Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por debajo del Arco del triunfo por
donde pasaron las cohortes de Complutum camino de Legio Séptima no es lo mismo
que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije y hay que pasarte por ese
epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas espaldas y alforjas esterones,
artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no
eran tales injurias sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos?
Sí. Señor. Tú sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros. ¿Entonces
de qué coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De noche en Madrid
todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos. Pasé dolores de Getsemaní
pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran mis píes con pomos de
nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus paños. La conversación
con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin saber a qué carta quedarme.
Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber ni entender. Nadie te ayuda.
Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto líquido. Tiempo de Acuario. Todo
parece que fluye. Es líquido. Tiempo de liquidez. Un moro bajó entonces por la escalinata
con una gran alcatifa a cuestas. Era un mohamé manumiso exarico para los que
Madrid nunca será Madrid sino Majeriíta. Al menos ellos tienen esa idea. Para
ellos no ha pasado
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS
CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno
doce nuevos meses de vida. Arije se levantó después del gran catarro que amargó
su nochevieja. Escucharon villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa
sobre todo que es la música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se
desposó con una Ceiba. Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto.
Vio al papa cojo. Le dio un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio
y cojeamos todos pero ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le
gusta dél es su devoción a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio
se cantó ante el pesebre Alma redemptoris
mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años. Luego paseo
por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día de
—Populum voco. Mortuos prango. Vulnera frango[1] y
aquella voz sonora del viejo monasterio
san Daniel uno de los muchos monasterios del Cíngulo Dorado— el circulo
de oro constituido por torres, espadañas y muros sagrados o sacra menia que
circundaban Madrid por la parte norte y sur de Moncloa—le retrotrajo a aquellas
maravillosas enseñanzas que había aprendido sobre la liturgia romana en sus
años de seminario. Tuvo el convencimiento que la iglesia no son las encíclicas
papales ni la doctrina con moralina sino algo mucho más alto lo que eleva el
corazón. Es la teología, las súmulas tomistas y el gran acervo de la tradición. En el monasterio de san
Daniel escuchaba la misa de cazadores el rey Enrique IV al alba antes de
recorrer los montes del Pardo a la caza de jabalíes y en su sacristía al pobre
rey segoviano lo envenenó un monje por mandato de Palencia cuando regresaba del
monte sediento y sudoroso. Diole al monarca a probar una pócima de hierbas con
mezclas aromáticas y gaseosa. El tañido de aquel modesto campanario hoy
convento de monjas le llenó de paz. Las aves huían asustadas por el cielo de
Reina Victoria, las palomas buscaban refugio en las helgaduras de las tapias.
En el Islam no hay campanas. Al moro el sonar de la campana le asusta pero
Arije se sintió ampliamente gratificado en su catolicismo, un catolicismo
ferviente que renacía en él cuando
Liturgia es el culto
publico a Jesucristo lo había aprendido él cuando era adolescente y no podía
desquitarse de esa idea. Tal vez por tozudez o por prejuicios. Arije era tozudo
y no precisamente uno de esos que cambian con facilidad de chaqueta. A Dios le
gustan los cantos de alabanzas y esta idea viene del antiguo Testamento. En la
liturgia converge Cristo con Sión y la cosa no tiene vuelta de hoja. Todo este
entramado es expiación, oración, acción de gracias, adoración sacrificial y
canto de alabanza. ahora lo pretenden destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y
múltiple. Posee la gran riqueza de la diversidad de cultos en su capacidad de
católica o universal, apostólica pues proviene de los apóstoles. Está fraguada
en símbolos que por desgracia ignoran muchos de los fieles que participan en
los cultos (santa ignorancia) pero es menester entender las ceremonias y
rubricas de los diversos cultos rituales. En la iglesia occidental existen
varios ritos distintas fórmulas de adoración: el galicano francés, el medulano
de la iglesia de san Ambrosio de Milán el bizantino griego y muzárabe-visigótico que aun se celebra en la
primada de Toledo A Arije el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su
españolidad y sus adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías —
hesicasmo o repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los
Evangelios como los kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión
las lenguas vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra
vacían el sentido en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el
ultimo evangelio han traducido et
tenebrae eam non comprehenderunt
por no le entendieron cuando en realidad semánticamente lo que significa es que
la luz fulge y las tinieblas no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los
motetes, los himnos eucarísticos, las secuencias forma parte de un fenómeno
privativo del cristianismo: la filocalía o amor a lo bello del que carecen los
otros credos. Es el Cristus Musicus
que se entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor. Además, las
vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita. Arije no
podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El creyente tiene
la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le son ajenas
como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que estudian
constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas cosas que no
se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios nos vienen de
los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana que quiere quiso
cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y rito, fulgor,
normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser humano de los
animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra
fe a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare,
Calderón, Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y
cimacios románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los
martirios, las misericordias del coro donde quedaron labrados algunas
advertencias donde colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del
maligno den el mundo al cual
Arije después de estas
consideraciones y halagado por la presencia viva del Cristus musicus se
santiguó y entró reverente en el pórtico de la iglesia de san Daniel. Las
campanas seguían propalando su melodía a la ciudad de Madrid anunciando orbi et
orbi
Bajé la cuesta, era tan
empinada que con frecuencia el tranvía se atascaba por no poder con tanta
gente, los estudiantes se bajaban y a empujar. En una esquina la casa chalet de
Sebastián Miranda que velaba las armas cara al sol y los aires de la
universitaria. A izquierda de la bajada se abrían las bancadas del Estadio
Metropolitano y todavía el viento de la sierra del recuerdo traía y llevaba los
sones de aclamación cuando Collar desde la extrema izquierda marcaba Gooool, el
grito de júbilo resonaba por toda
El bulevar en rampa de Reina
Victoria cambió de nombre. Daría luego en llamarse Roca Tarpeya de Salamanca.
Ya se sabe lo que naturaleza no da no te lo presta Salamanca. Cuestión de másteres.
Los másteres de Perico el de los Palotes que quiso ser presidente, sentarse de
culo en Moncloa alto paramentos aunque haciendo trampa. Los tiempos de Donald
Trump fueron una trampa cuando sonó la trompa de Eustaquio por
─Perico, tú machaca todo
lo que se ponga delante de la torre de tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin
piedad, límpiate los mocos con la bandera de España y luego los trapos que te
sobren los trae para acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el
obediente Pedrito cargado con sus masteres, arrastrando las chuletas de las
páginas que copió con su cara de guapo. El enemigo no tenía que embarcarse en
un nuevo Vietnam los gringos son algo gallinas en cuanto empiezan a llegar
féretros de soldados abatidos por el fuego del Vietcong. Bastaba un caballo de
Troya para tal operación y darle el gobierno. Por la avenida bajaba la manada.
Gora san Fermín.
Todos los días en Madrid es San Fermín y
violan a una como en Pamplona esos putos sevillanos de la infame Manada recua
mogote y brazada de depredadores sexuales siendo el más conspicuo uno que
llamaban el prenda el más aguerrido el más picha brava el que la tenía más
larga una verdadera garduña de Sevilla. Cogieron a una pobre chica que venía de
los toros de San Fermín la bajaron las bragas y allá en un portal mismo y
haciendo un standing up se la pasaron
por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula en defensa
de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que
la muchacha dijo no pero un no es siempre sí en estos casos no se puede
demostrar el estupro.
Hubo en el país una
verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a la calle indignadas al amparo de la
consigna: “un no es no y un sí es sí”. Cercaron la audiencia y tiraban los
sostenes a los magistrados se quitaban las bragas y se las tiraban a los
magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas de las mañanas tuvieron
afrecho de su duerno mediático durante muchos días y las anarosas y las susanasgrisos
no paraban de darle al chisme de la propaganda. Los fulanos de
─Señora ministra, su
señoría tiene un culo muy prestoso y redondito. Habría que ponerla mirando para
el Cristo los faroles para pasar la tarde.
El mozo de san Fermín
bajaba por
Era la hora de consultas
en el clínico y los tranvías venían atestados de hombres y mujeres que acudían
a ver qué tal andaban sus parientes hospitalizados. Sobre los setos de madera
de boj que circunvalaba al gran caserón de la muerte en cuyas salas se peleó
con tanto denuedo en la guerra civil, pasaba lista
▬
Quiero más. Dame más
▬¿No
tuviste bastante? Pues vale ya.
▬Chavala,
tú eres insaciable.
▬Give
me more. Give me more. I
want it now.
▬Otro
toro que este no vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica
historia de los violadores en cuadrilla que jaleaban las prensas nacionales sin
ningún pudor.
Él pensaba en Etsi
aquella novia que tuco y le hacía el amor en el 600 sin llegar a más. Tonto que
fui, pensaba para sus adentros, con las mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma
más letal hasta que se inventó la bomba atómica fulminante y esparce un hongo
de muerte al estallar. Carlos V el emperador se lamentaba maldita la hora que a
un chino se le ocurrió descubrir la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y
la mecha cargan de muerte a cualquier artefacto. Picos, palos y azadones. Suban
todos a cobrar que llegó el administrador. El personal hacía cola ante los
cajeros automáticos. Ya no había que acudir al banco para pasarse por caja.
Bastaba con apretar un botón. ¡Qué cosas inventa el hombre blanco! Desde el año
89 todo ha cambiado para bien y para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de
Méjico la más populosa del globo como en Becerril de Campos donde no porta en
invierno un alma. ¿El nuevo terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero
cuando las gatas tienen celo y en las radiantes noches los árboles desnudos
tiemblan bajo la helada. Había pasado las navidades en su tabuco acariciando
sus recuerdos circundado de libros y de papeles. Le vino bien a su salud el
ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo por Internet que celebró el patriarca
Cirilo de Todas las Rusias el adalid que luchaba contra las fuerzas oscuras.
Aquella orgía de voces angelicales, iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo
alto de la cúpula, casullas recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó
(Cristo ha nacido venid en adoración)
La catedral de
▬
Los feministas follamos más y mejor que los de la ultraderecha,
La palabra ultraderecha
y fascista no se le caía de los labios a los de You can que se sentían
amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento que arrasaba. Mucho presumir
de potencia sexual y seguro de que el miembro no se les ponía erecto para
cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver
con la ultraderecha. Era un anarquista, un rebelde como lo fue Jesucristo
contra el Sanedrín y se sentía satisfecho consigo mismo por haber dado
testimonio pero sus días los pasaba oculto en su esconce y las noches las
pasaba en blanco a causa del dolor de España que lo afligía. Después de salir
de la cárcel por haber asesinado a la funcionaria roja (fue una lacra en su
vida pero tenía demasiado temperamento) se refugio en el sotabanco de
Majadahonda. Le había quedado una pequeña pensión, podía pagar la pensión el
resto lo gastaba en tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada sabía de su
familia. Etsi había venido a verle dos veces a la cárcel pero desde el año 92
no volvió a saber de ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció
radiante. Los niños de Madrid había sacado a la calle sus camionetas, sus
hombres araña y las muñecas que les trajeron los Reyes Magos.
Pese a sus dolamas tanto
espirituales como corporales se sentía contento. Había llegado la hora de
romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer. Allí todo seguía igual que hacía
diez años. El Santis en la barra y
—Coño, yo creía que te
habías muerto.
No supo qué decir ante
tal insolencia. Pidió lentejas, gachopo y una botella de vino. De postre arroz
con leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro
individuos en la barra discutiendo acaloradamente sobre la derrota del Madrid
ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó el local satisfecho y por
aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó su buen humor pero ya en
el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban arcadas pero no podía
vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se
acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted
mal, señor?
—Si llamen a una
ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y
Arije fue conducido de inmediato a urgencias. Allí perdió la consciencia.
Cuando despertó estaba en el quirófano de Puerta de Hierro rodeado de tubos de
mascarillas y de electrodos, enchufado a una maquina todo su cuerpo. La medico
una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo
de vino y un poco de aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por
amigos míos
—Señor, pues en las
lentejas le colaron belladona ¿No se dio cuenta? Es un veneno que puede causar
la muerte pero al parecer es usted hombre de complexión fuerte.
—No. Las lentejas
estaban buenísimas.
—Le hemos hecho un
lavado de estomago. Creo que se recuperará. No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los
que le quisieron envenenar. Lo aceptó como castigo por sus pecados y un aviso
del cielo para no volver a pisar nunca un chigre, tabernas, una fonda sin
homologar. Dios le había salvado de las garras de Erifos y de
SAN ANTÓN
Dio gracias a Adonai por haber salido con bien del
intento de envenenamiento en el mesón de
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó
bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre,
los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de
vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para
alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y
estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la
corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un
cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en
una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para
ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral
de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las
parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había
pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran
devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de
Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el
coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo.
Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a
sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla
el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña
fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey
se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas
entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin
acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama
de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de
Madrid y actrices tan famosas como
─Eso que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios
y le conduce al infierno también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora
de las concepcionistas de Agreda.
─Ya lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía
una libido desbocada, era insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de
furor uterino. En todo caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus
biógrafos no ocultan que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de
setenta hijos naturales y hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a
sor María que era bastante guapa pero no consta porque era una santa y devolvió
escandalizada los billetes enamorados que el rey le mandaba hablándole muy
seriamente de las penas del infierno y del cruel destino reservado a los
concupiscentes en las Calderas de Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír
estas cosillas. Pensaba que el catolicismo en su rama conversa está obsesionado
con las llamas infernales y con el sexo pero él ya no era joven para escandalizarse
por tales asuntillos. Mirando las cosas con cierta distancia y sin
apasionamiento, la misión de los reyes es engendrar muchachos y la obligación
de las reinas parirlos. Ardua tarea porque muchas de aquellas pobres y tristes
reinas morían de sobreparto y no alcanzaban la edad provecta. De este peligro
nos advierte una visita al pudridero del Escorial donde se amontonan las
sepulturas de recién nacidos perro España y yo somos ansí, señora. Que quieren
vuescerdes que yo faga. El rey Felipe no lo podía remediar trigger
happy de bragueta pero nunca probaba el vino, la probaba la caza y
tenía un gusto exquisito por la pintura. San Antón la gallina pon y hasta san
Antón pascual son. El padre Ángel estaba solemne y más orondo con un ocho que
no le cabía un piñón por culo bendiciendo a los burros, los perros y garos del
todo Madrid. Abrió las puertas del templo en la calle Hortaleza a los nobles
brutos Dios le perdone porque ese clérigo asturiano culo de mal asiento que
tiene un sexto sentido para sacarle la pasta a los famosos desconoce que a las
fieras no les está permitido pisar sagrado y un día de San Antón yo vi a un
gran danés tan enorme como un oso andar por la predela olisquear las vinajeras
de la credencia en el altar mayor. El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso
a cantar la epístola de la misa del día a los desamparados de Madrid. Su
aspecto era feroz como el de un Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera
efigie del diablo que se le había colado al padre Ángel entre los vuelos de sus
sotana ínfulas animalistas y buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de
quicio.
FUEGO AMIGO
Arroaban los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los
cuervos relinchaban los caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la
gata, cantaban los canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la
coruja, cacareaba la gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo
es escuchar el aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es
la fiera que te muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana
sino el vecino que te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano
se han echado al monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne
viva. ¿Estos son tus amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos
sienten hacia vos rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de
Intereconomía devanaba historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido
y lo mismo hacían Pío Momas y otros autores carentes de ingenio. Explotaban el
filón. Franco era una mina. Tenían que eliminar al otro para que no les hiciese
sombra y abrirse brecha a codazos. Ya decía don Miguel que vivimos en un país
de rencores pero ese toro de Intereconomía no es un miura sino un bull de los
de Rockefeller. No te fíes mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto
pretenden ser los defensores de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo.
A derecha e izquierda se alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú
sigue tu ruta, no hagas caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una
teja y ahora tiene en su reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una
dacha de Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La
política se ha inventado en España para chupar imagen, henchir los bolsillos,
discursear y pedorrear. ¡Pécoras! Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la
farota de
FUEGO AMIGO
ARROABAN los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los
cuervos relinchaban los caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la
gata, cantaban los canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la
coruja, cacareaba la gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo
es escuchar el aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es
la fiera que te muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana
sino el vecino que te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano
se han echado al monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne
viva. ¿Estos son tus amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos
sienten hacia vos rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de
Intereconomía devanaba historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido
y lo mismo hacían Pío Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que
eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya
decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero ese toro de
Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes
mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores
de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se
alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas
caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su
reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós
Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en
España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear.
Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de
OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó a casa desaforado, sintiendo el aliento de los
alanos de San Antón que ladraban en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel
cura trabucaire asturiano. Canes en la iglesia mala cosa. es como decir vienen
sastres, al infierno vamos y en la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su
esconce, refugio de sus libros, radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa,
hirvió café en el infiernillo aquella infusión le sentaba bien para aplacar su
conciencia y mitigar el hambre que siempre padecía, prendió la cachimba que era
su mejor amiga en tiempos de desolación, cimbel y zumbel la peonza de las
añoranzas daba vueltas, girando sin parar, se acordó de su amigo Nilo que
acababa de tirarse al tren. Nilo escritor en tiempos infaustos del reinado del Rey Borracho al que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas pues sólo exhibía su
borbónico valor en los desfiles y besamanos había acumulado una intensa obra.
Le había legado sus cuadernos, varias novelas impresas a ciclostil. Nilo,
inédito, literato sin suerte pero con harto talento, se equivocó de época.
Arije guardaba en los altillos del chiscón de Majadahonda las obras de su
amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero. Lo haría. Aguardaría
ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la editorial contra
reembolso, iría por las librerías. los libreros los pobres que estaban muy
alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se empeñaban en
poner astillas en el radio de las ruedas de los autores nuevos aquí sólo
escribe el que yo diga y sólo editará el del pensamiento correcto. El esquema
de acabar con la rica, maravillosa y sufrida historia de la literatura española
sólo entraban en tórculos autores ingleses y norteamericanos, formaba parte del
proyecto de destrucción de España. Querían degollar su cultura y trucidar sus
sueños. Nilo Popín admirador de
Francisco de Quevedo se suicidó amargado de verse obligado a comerse las
ediciones de sus obras. En las librerías le rechazaban sus textos por no tener
distribuidor. La luz de enero se colaba por el montante. De allí llegaba el
ruido de la calle. Majadahonda se había convertido en una ciudad populosa
arrabal de Madrid. Las tenadas de los pastores de
"Don
Nilo el hombre, librero de lance, un santo varón, un justo de Israel, amor en
tiempos revueltos (ya ha vuelto a salir la frase hecha) desde que lo
suspendieron de empleo y sueldo porque, condenado a galeras, le pusieron de
compañero de terna a un marica, y pederasta, erudito muy ilustre de la ciudad
de Burgos, conversación amena pero que tenía una debilidad imperdonable por el
culo sobre todo por el de los niños inocentes y don Nilo el hombre viéndose
condenado no hacía otra cosa que lamentarse de su mala suerte y echaba pestes
contra
Ahora ¿qué hago?,
preguntóse a sí mismo. Pues vender libros, hacerme librero de lance e irme por
ahí por los mercadillos con mi camioneta, se dijo don Nilo, resolutivo. Leer,
escribir, soñar era lo que más le gustaba. Vivía en una nube pero de menos nos
hizo Dios. Escogió la plaza del Arrabal de Arévalo como centro de operaciones y
allí que se plantaba cada martes con su vehículo, montaba el tenderete y se
instalaba al lado de un banco. Venían pocos clientes. Había traído un taburete
y allí se sentaba con los tratantes, con los pegujaleros de Martín Muñoz que
venían rebosantes las artolas de sus burros de lechugas, berzas y tomates a
vender género de la rica huerta; con los labradores ricos marañeros, a los que
decía que el Arrabal fue plaza famosa donde tuvieron el punto otrora perahiles,
licenciados de Flandes y picaros. Como el Potro de Córdoba, el Perchel
malagueño, las gradas de San Felipe en Madrid, el Azoguejo etc. Estas plazas
españoles tan esplendidas tan aseadas enmarcadas en soportales fueron coso de
la filosofía, albergue del espionaje, descansadero y punto de acogida de la
picaresca y centro de operaciones de la gente del bronce pero también de
hidalgos honrados que planeaban su viaje a las Indias. Hablaban de mujeres, de
trigos, de cosechas y otras noticias por ejemplo de quien había fallecido
aquella semana, un crimen truculento como el del alimañero que mató a un
dentista un día que regresó al hogar y encontró a la mujer con otro. Por
aquellos corrillos pasaba la vida cada martes, el revolver de los ciclos, el
girar de las estaciones por el círculo del sol, que cambiaba los rostros y
arrugas las viejas heridas, pasaban los años mudaban las épocas. Eran gente del
común, sangre municipal y espesa a la sombra de la torre de la iglesia. El
reloj de sol empotrado en gran hastial cónico del paramento de la iglesia de
Santo Domingo debajo tenía un letrero que decía:
-Tempus fugit
Sonaban las
campanadas del mediodía en el carillón. La campana anunciaba con su vozarrón
noble que espantaba a las palomas y a los vencejos revoloteando por las
socarrenas del muro la hora del Ángelus. Los paisanos que andaban abajo
hablando de sus cosas y haciendo tratos por los corrillos se quitaban la gorra
en señal de respeto y se quedaban mirando para lo alto del campanario donde
extendía sus brazos el Cristo. Mediodía la hora que come el papa. Vayamos a
tomar un chato en Casa Pinilla. Eso está hecho, hombre. Todo como en la edad
media. Arévalo es católico, noble y sentimental (la plaza se ganó a los moros
sin combate en un torneo a primera sangre entre don Bernardo Serantes y el rey
Abdelaziz) y pienso que cree en Dios aunque no lo haya visto nunca porque fe es
creer lo que no vimos. Don Nilo se levantaba de la tajuela que compró como
regalo de caridad a los locos de Quitapesares que luchaban las acometidas de
sus paranoias con trabajos mentales, miraba para el cielo sumido en un
respeto reverendo para luego seguir la lectura de su autor favorito don
Francisco de Quevedo y Villegas El Grande y se metía en otro mundo arrollado
por la cadencia de su prosa.
Por la puerta de
Santo Domingo (Dios le perdone a don Nilo) vio en ese momento a un teatino
salir dando voces. Vaya por Dios pues las gracias y desgracias del ojo del culo
escritas por Juan Lamas el del Camisón Cagado y dedicadas a doña Juana Mucha
Montón de Carne las firmó el poeta en un momento de inspiración y editadas por
un maestro ocultista: Daniel Lebrato y trata de algo tan humano como son las
ventosidades porque si no cagas te mueres y si no te pees no estás a gusto.
Caga el rey, caga el pato, caga el águila, y caga el mulo que según
come el mulo así caga el culo por antonomasia. Peyose Colasa
que suele hacerlo a lo bajini atufando toda la casa. Nueve orificios hay en el
cuerpo humano y los nueve dimanan, o echan flojo sobre todo en las mujeres que
son sólo cañerías (vista, oído, olfato, el agujero por delante y el agujero de
cagar, estos dos últimos son singulares, los tres primeros van en pareja y
todos al de por junto empalman como el último de los sentidos, el que posterior
muere, que es del tacto) aunque hay algunos que afirman la existencia de un
décimo el flogístico, el que llaman ojo de Ra. Ojo de Dios con el que los
imagineros paleocristianos representaban a la primera persona de
Según don
Francisco los más importantes pero muy pecadores son los de la frente el ojo
del culo es el más inocente y por él poco se peca aunque a los de la cáscara
les sea puerta del vicio nefando locus horribilis. Que de los placeres sin
pecar, el cagar. Sí caga alegre, caga contento pero caga adentro. Y la mujer
que un pedo suelta no puede ser sino desenvuelta. Ese lugar por donde no daba
el sol hasta que llegaron los nudistas es redondo y bien trabado un círculo
perfecto de la naturaleza donde caben todos los signos del zodiaco y aunque no
es tan claro como los de la cara tiene más hechura… lo tenemos tan guardado
pringado entre dos murallas y amortajado en una camisa, envuelto en unos
dominguillos y envainado entre dos greguescos que cuelgan como dos falderillos,
avahado en una capa que por se dijo béseme
vuesa merced por donde no da el sol y amargan los pepinos.
Sin su
reverencia no se puede vivir porque no cabe la posibilidad de un ojo del culo
que sea tuerto todos miran hacia lo profundo del cuerpo del que expulsan cuanto
sobra. Eso sí; es poderosísimo porque ha muerto muchachos y marchitado yerbas.
Es paciente y serenísimo, jamás se inmuta aunque a veces lo agobie el picor de
almorranas y otorga un placer de los que no suelen desamistarse con ninguno de
los diez mandamientos pues no hay gusto más descansado que después de haber
cagado. Por eso cantan muchos coplas cuando desembuchan o leen un libro cuando
van a la letrina el tiempo de cagar es hora plácida. Es docto y filósofo amparo
de soledades porque se nace, se muere y se caga solo, es tarea en la que nadie
te ayuda. Y el buey suelto aunque a él con la lengua no puede llegarse a no ser
que seas malabaristas. La mayor parte de los cristianos, moros y judías se lo
alcanzan con una teja o con la hoja de un periódico español de ahora mismo que
sólo valen para cumplir la noble tarea de limpiarse sus miserias cada uno con
los artículos de la prensa sural.
Le cumplen nombres
infinitos, llámenlo trasero porque siempre va en retaguardia. Es la popa del
barco que sufre las inclemencias e injusticias de los temporales ayudando a la
navegación de proa y dando a la barca de san Pedro cierta estabilidad. Los
dómines latinos dieronle el título de antífonas por oficiarse siempre al cantar
de dos chantres porque juega a pares y nones entre las nalgas. Le dicen trancallo los asturianos porque
es el portillo que tranca y abre la puerta de los mojones y también manojo de
llaves por lo redondo de su forma.
▬
¿Hay quien puje?
▬
Tráigame el bacín vuesa merced.
▬¿No
hay quien dé más?
▬Sí
don Artur Mas al que la boca se la hizo un fraile
▬Pues
que se meta las pesetas por ahí el muy avaricioso y cretino cabalino.
Son provechosos sus
mojones. Lo que excreta nos sirve de abono y luego de alimento, en la
naturaleza nada se crea ni se destruye sólo se transforma como la energía. Y
como el pedo suele ser cosa alegre que sirve de risa y pasatiempo. El culo no
suele meterse con nadie pero recibe demasiados azotes y descargas y en cierto
bares de Malasaña hay que entrar con clípeo en el salvohonor pues ese ojo
acullá suscita miradas lascivas.
Julio Cesar el
emperador era aficionado a las peleas de gallos y hacía durante el transcurso
de las mismas, concursos de pedorros. A ver quién pee mejor. El que más fuerte
atronase se llevaba una corona de laurel y cien denarios. Al Cesar tales
competiciones le divertían muchísimo.
Compañero es del amor
porque hasta que dos no hayan peído sobre un mismo colchón no se tiene por
seguro que haya habido coyunda ni amancebamiento. También declara amistad
porque con pedos los señores suelen divertir a los amigos. Se dice por ejemplo
que “soltó un preso e hizo al culo alcalde”. De ahí le viene el nombre de
alfaneque de las tripas y redentor de gases cautivos. Fuesele una pluma, irse
de bastos, marchó sin decir adiós, señor de Argamasilla cuando sale chilla.
Quien se ha peido que huele a tocino quien se ha cagao que huele a bacalao. Tú
por tú que fuiste tú.
Tirarse un cuesco es
asimismo voz aceptada y muy extendida por seminarios y conventos. Nadie sabe el
por qué se confunden las ventosidades de los mamíferos- la burra de mi abuelo
también se peía- con el fruto de los vegetales. Será por lo rotundos y la
morfología esferoide de la tripa cagalar esto es el ano. No vayamos a confundir
el culo con las témporas"
El pobre Nilo escritor y
periodista segoviano que en paz descanse no tuvo fortuna en la ardua carrera de
las letras y no lo hacía mal sólo que le cayó aquella malaventura que enuncia
Tras las conmociones
del viernes de
Dolores –
las profecías empezaron a cumplirse en los meses que aguardan a la gran
traición- ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e
institutos de venganza (give me more). Calixta la novia que tuvo
neozelandesa con su cara de kivui y su voz atiplada de cupletista pelirroja le
gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley
en mano, y yo sólo soy un pobre mortal, mientras hacían el amor en
la scullery de su piso con derecho a cocina junto a la
estación de metro de Earls Court en Londres. Oh Emiliano dame más. Me he
quedado sin tralla “Me dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma
inconsiderada que tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado
unos pantalones en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil muy
holgados de cintura y desde entonces le puso el mote de Emiliano
Pantalones. Eran grises como la luz de atardecer que iluminaba su
penthouse de soltero en la calle Jardín de las Flores entre
Fulham y
Quedó Arije
confundido después de la lectura de aquellos párrafos póstumos y contundentes.
Que nunca verían la luz de las imprentas, condenados al polvo del olvido al
rebujo de los altillos de su biblioteca. Cuando él muriera o se mudara de
domicilio, irían a la hoguera o vendidos al peso del papel. Vanidad de
vanidades. Mala suerte tuvo Nilo. Mientras la radio coreaba consignas de la
guerra y caza del macho (la lucha de clases había sido sustituida por la lucha
de géneros que cuando él iba a la escuela se resumían en tres equivalentes:
masculino, femenino, neutro o epiceno y ahora todo era lo mismo, rajitas y rabitos
habían sustituido a los cristos en las escuelas de párvulos) él bajo a la calle
y se subió al viejo cadillac destartalado que había comprado a un coronel
americano de la base de Torrejón. Lo tenía aparcado en una riera cubierto de
polvo y cargado de kilómetros y mandó al volante que lo condujera hasta el
cementerio de Brunete. En uno de los nichos que tenía un epitafio que daba que
pensar "nací, amé, luché, vencí, perdí, morí ¿resucitaré el último día?"
colocó un ramillete de madreselvas. La sepultura la presidía una cruz latina
con cuatro palos a la manera rusa. Nilo dejó en sus mandas escrito en un papel
antes de suicidarse que quería ser enterrado por el rito ruso, que durante el
sepelio sonase la grabación de una misa de resurrección que registró el año 87
durante una audición de onda corta por Radio Sputnik. Una de las aficiones del
segoviano aparte de la literatura era el diexismo. Hombre profundamente
religioso y reverente Nilo era del parecer que el Vaticano quemó su mandato
divino y entregó al diablo las filacterias y las arras de su misión sagrada en
el mundo. Pero si Roma prevaricó el patriarca moscovita se mantenía incólume en
la doctrina y sobre todo en el esplendor y boato de su liturgia. Arije pensó
que esto era una extravagancia de su amigo, no se puede cocear contra el
aguijón, y que los tiempos cambian.
Depositadas
cinco rosas en la tumba que guardaba los restos mortales de su amigo en el
cementerio campestre de Brunete al lado de los blocaos y casamatas recuerdo de
la cruenta batalla de 1937 la batalla de la sed se encaminó as Villanueva del
Pardillo donde uno de su pueblo Rufino Vírseda fue hecho prisionero por la
fuerza del general Casado. En su pueblo le dieron por muerto y cuando se
estaban celebrando los funerales por su eterno descanso en la majestuosa
iglesia de Cantalejo allí apareció Rufino Virseda licenciado del ejército tan
pichi. Su habilidad y su simpatía de tratante le granjearon la amistad del
comisario rojo y se pasó la guerra enchufado en un campo de prisioneros
nacionales en Valencia. El pueblo trillero tuvo por milagroso aquel suceso que
fue comentado en las Siete Villas, un milagro atribuido a
Los violines
sonaban ya a la hora del crepúsculo. El Dodge Dart que compró a Rodrigo Royo tiraba
millas subiendo la cuesta de Valdemorillo acercándose a las dehesas del
Escorial habitadas por fresnos gigantescos de macabras figuras. Decían que
desde una rama de estos grotescos sauces
─¿Qué estáis
haciendo ahí sinvergüenzas?
─Quiero
empreñar a mi señora. El ginecólogo cree que nunca se quedará encinta, vientre,
yermo
El paisano
miró para el entrometido con ojos feroces y prosiguió su tarea ya casi a punto
de terminar.
─A ver, a
ver─ contestó don Manahén por decir algo corrido de vergüenza. Pero al volver
la vista se dio cuenta qué horror que el furioso sátiro empalmado desplegaba
verga de casi medio metro dos cuernos de morueco retuerto que le daban vuelta a
la cabeza y no se apoyaba en pies como los humanos sino en pezuñas. Era súcubo
e incubo como reza la tradición y la que
estaba entre sus piernas no era la vidente sino la alcaidesa de Segovia quien
profesaba a Belcebú profunda devoción, hasta el punto de encargarle una estatua
para ponerla frente al Acueducto, Arije dio un grito de espantó y huyó del
lugar para no volver más a Prado Nuevo. Había visto al diablo. Daba diente con
diente y no volvió hasta ponerse de nuevo al volante camino de Segovia
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