COVADONGA CUENTO FANTASTICO DE UN PERDEDOR
No se apagan los fuegos del candente verano. Pogasit estaba en lo alto de un laurel el viejo laurel que derribó Valdés y su panda de asesinos dendricidas dadles un hacha a todos esos y acabarán con el planeta tierra. Los desiertos tienen sed y los pueblos están desorbitados pero esperando el día de las piraguas. Roberto Mori y Dionisio de la Huerta eran dos ángeles sátrapas sentados en el vértice de Cangas de Onís. Estaban viéndolas venir pero no creas no es tan fácil ahí está el sacamantedas Esteban Gonzalez matasanos con su guadaña diciéndole a buena de dios tú tienes piel pero hay que seguir cruzando por la orilla de estos montes mientras tu Dacia Duster devora kilómetros. A Covadonga voy a ver la Santina. Y en lo alto del cerro cinco confesores sin tener que hacer estaban metidos en su cajón esperando clientela pero ya nadie quiere arrodillarse a descargar el saco. Todo vale, nada es pecado. No hay dios. Idiotorechi así lo afirmaba dando entrada a los nuevos moralistas. El hombre no tienen importancia ni mucho menos sus pecados. El fuego ese dios implacable administra combustión en el crematorio. Un viento de locura en la mañana negra surcaba siniestros resplandores. A lo lejos se anunciaba la invasión una nueva aliyá y el alma del pueblo cristiano se consumía en fogatas gigantescas, hombre a ver si no. Consumatum est. El sargento Ostapchik iba y venía. Era un poco erotomano y guardaba en su taquilla del cuartel un montón de revistas porno y se las mostraba a los reclutas en los pases revistas. Los militronchos se quedaban de un aire. Nunca habían visto tales indecencias mujeres con el culo al aire y abiertas de piernas. Ostpolitik entonces les consolaba diciendo no os apuréis que en la Red es peor. Estaba seguro aquel buen patriota ucraniano que Internet lo había inventado el diablo. Estacán había tenido paperas y la fiebre le hizo estar una semana con la lengua sucia. El médico le mandó hacer gárgaras y enjuagarse con zumo de limón. Con frecuencia tenía pensamientos raros Stakan y se entregaba a la bebida con gran disgusto de Ostarchik para quien los mostradores de las tabernas eran el caballete donde el diablo se sentaba a horcajadas y cantaba, desafinado, perversas canciones de borracho. Idiot o rechi se habla se comenta vuelvo a repetir. Covadonga está lejos. Andamos a la búsqueda de la cueva del ALEMÁN de Corao. Como en aquellos reportajes de LNE en los veraneos lluviosos de hace cuarenta años: cafetitos en un tupi y el primer cigarrillo viendo a los pavos reales del parque san Francisco. Era grandiosa y solemne entonces la plaza de la Escandalera un Oviedo que ya no es lo que era, que se ha transformado en digital. Caminaba un autor fracasado por la calle Uría... Vendo libros quien quiere libros. Una paisana enfurecida desde la ventana de un edificio oficial vertió sobre la cabeza del pobre literato todo el contenido de un gran bandullo perico en el cual los oficinistas y las feministas profusamente exoneraban sus vejigas sobre esta columna mingitoria en la Oficina del Paro. Bautizaron de esta manera y de qué ignominiosa forma al pobre novelista. La Ministra de la cosa que era una joven con la Cara Cuadrada y hablaba con acento onubense se descojonaba de risa ante el suceso hasta mearse en las bragas. Favila, su ayudanta, la que le jaleaba los pedos también se reía a mandíbula batiente. Hombre no hay derecho. Digitalización universal. De ahora en adelante con su permiso señora Basilisa me voy al cuarto de las telarañas a meterme el dedito por cierta parte, no vaya usted que huele mal. La vieja rata de guarnición tenía los dedos sucios. El autor se fue llorando hasta arriba en la estación. En un majano cerca del monte Naranco empezó a insultar y tirar cantos contra los viandantes. No hay derecho que estos acemileros de la cultura traten con tanto desprecio a la literatura. Un mendigo de la provincia el Bolo se le llegó y le pidió lumbre, no fumo. Los libros son el optimo remedio para ser pobre y convertirte en un perdedor. Todos somos perdedores. Incluso los más ricos del cementerio son perdedores. El mendicante de Toledo miraba desde lo alto de unos ojos halconeros muy encendidos que se encajonaban dentro de los cuévanos al fondo de una nariz curva. No se puede ir a ninguna parte con estas amistades. Se dijo al vagabundeo cuando se enteró de que su mujer le engañaba con un negro recién llegado a nuestras costas en patera. Joaquin Borromeo era un fascista pero colocó a su hijo. Lo mismo que el Omega y Alfa. Aquí de lo que se trata es de establecer dinastías periodísticas. Franco fue un inicuo personaje porque instauró toda una serie de regalías para los hijos de los hijos que sacaron el carne de demócratas. ¿Y cómo llegaste hasta Asturias Joaquin Ptisa? en el coche de san Fernando a la pata coja no ves que estoy tullido perdÍ la pierna en una pelea con el moro que me quitó el honor. Pero por favor no llameis al P Ángel, huele a montuno en su presbiterio