2022-10-29

LLEGA DON JALO GUIN LA FIESTA DEL DIABLO , IDEAS PARA CERRAR EL BLOG. ESTO ES TRABAJAR PARA EL TURCO PONER EL ALMA AL RETORTERO Y VENDER INFORMACIÑON MUERA HALOWEEN

 

Tengo el alma en carne viva y por eso escribo desde este catábulo o zaquizamí, zulo literario, abrevadero y refugio o cuadra en el sótano de mi morada convertido en oratorio, fumadero, escritorio, biblioteca y apiarium (colmenar) donde libo el dulzor ático de la miel de la palabra. Escucho a través de ondas hertzianas voces que me llegan del extranjero.  En un par de generaciones cambió el mundo hasta el punto de no reconocer yo al niño o al mozo que fui dentro de esta gran catarsis trascendida que ha mandado las viejas ideas a un rincón. Hoy Día de Difuntos ya no se venera a los santos antepasados. Salen a la calle las máscaras de Jalo güin. Sin embargo, yo voy a la ofensiva, quemo las naves como Cortés en mi empeño de remar contra corriente. ¿Dónde está el Jalo y donde el güin? Vete tú a saber. Acabo de cerrar el blog que fue para mí durante cinco lustros. Este palimpsesto o cuaderno de bitácora fue mi aguja de marear, así como la barrera contra la que embisto glosando la actualidad a contramano. La actualidad es una anáfora repetitiva, una lucha de buenos y malos. El malo Putin y el bueno Zelensky. Vivimos tiempos de guerra y desde el día de San Matías no damos ni pie ni mano. Estamos con el alma en vilo. No me ha ido mal en este tiempo sacando algunos de mis encuentros con Erifos para beber el vino del dolor y la desesperación. En esta situación atípica los buenos son los malos y yo me pregunto dónde está la justicia de Dios y grito con Cristo en el Calvario:

─Dios mío, Dios mío por qué me abandonaste… Elí, Eli, lamma sabactani

Todo eso que yo aprendí ya no sirve para nada es de mi gusto. Dicen que soy un hombre que vivo en el ayer y me refugio en los matacanes de la antigua muralla de York centinela en mi tronera auscultando las evoluciones del río Ouse que fluye hasta matrimoniar con el Támesis, los vientos cambian. Ayer teníamos lebeche, hoy sopla el terral y tú, Etsi, ¿dónde estarás? ¿Qué habrá sido de tu vida? ¿Te casaste? como yo. Y sí volví a pasar por la vicaría, pero este segundo amor sucedáneo de lo que tuvimos tú y yo fue un trago amargo, me eché una cruz a la espalda, alquilé una mula aragonesa que me cocea cada día, contraté una verduga. En mala hora porque Favinia se convirtió en mi verdugo. Pasó a ser el arráez que fustigaba mis espaldas con el látigo de la ignominia y he ido bogando por los siete mares bajo la sombra  de ese rebenque que fustiga a los pobres cómitres incautos, condenados a galeras. Es el destino que aguarda a los locos y a los criminales. Lamento mi suerte porque lejos de ti esto no es vida. El destino se portó conmigo de manera cruel, si bien creo que lo tengo merecido por los malos tratos que te di, los celos, las voces, las recriminaciones. 

Vivo rodeado de papeles y de palabras escritas. Fui un goloso de palabras porque creo firmemente en el axioma de en el principio era el Verbo y las palabras guardan un poco de ese aliento divino. ¿Estaré majareta perdido? Todos han mudado de piel (versipelis) yo continúo adherido a mis principios. ¿Soy un diamante en bruto o una florecilla en agraz la cual no acaba de madurar? Tranquilos. El peristilo sigue en su vaina. Amanece todos los días. 

A todo esto, se dirige mi clamor contra los predicadores de vereda. Han regresado a las tertulias los émulos de fray Gerundio de Campazas. Ya no hablan de la vida eterna sino de los métodos para conservar la salud. Radio Carcamal vocifera contra las toxinas y don Rafa hace de su capa un sayo vociferando contra los peligros del cáncer, la crasitud, la vida sedentaria y falta de ejercicios. Todo el país se calza las abarcas y se tira a correr por las veredas. Un aluvión de informaciones nos refiere los peligros del Corona Virus que se ha convertido en eje de marcha del sistema. 

Las páginas de Internet son un perpetuo obituario que nos traen cada mañana la lista de los fallecidos. A contrapelo de sus sermones yo no voy a dejar de fumar por más que estos señores me atruenen las meninges advirtiéndome de los peligros del tabaco, siempre habrá de tenerse en perspectiva un enemigo, alguien contra el cual batirse. Antaño fueron los rusos. Cuando yo vivía en la Isla de los Muertos (Staten Island) siempre estaba a pie de obra escuchando las noticias de una emisora de Manhattan Radio WW700W7. Dicha estación cada cierto tiempo interrumpía sus emisiones. Sonaba una sirena y al cabo surgía la voz engolada de un locutor para realizar un llamado:

—Estimados radioescuchas, esto es un simulacro de alerta. Atención. Atención. Si hubiese sido una emergencia real, les impartiríamos instrucciones sobre cómo y dónde acudir a un refugio de los diferentes que hay en esta isla.

Yo estaba acojonado al sintonizar tal mensaje. Pensaba en la guerra de las galaxias. Ya están aquí. Que vienen los rusos. Como en la Guerra de los Mundos de Wells que hizo cundir el pánico por aquella capital. Pensaba que vivimos en un mundo en el cual la ficción se entrevera con la realidad y en la supremacía de los medios de comunicación para dominar a las masas. Era la América de Jimmy Carter discípulo en la academia de guerra de Annapolis del almirante Rickover especialista en mísiles intercontinentales. Eran los años 70 cuando América vivía la efervescencia de la guerra de las galaxias. Los malos eran los soviets como ahora es el virus y el tabaco y Putin. Ronaldo Reagan la ganó y determinaría la caída de la URSS

. Yo por mi parte pobrecito español nacido en una ciudad de provincias había aterrizado desde el medievo una ciudad episcopal como York sobre la Gran Manzana el emporio del futuro la ciudad automática que decía Julio Camba. No era más que un lamerruinas que viajaba desde el humanismo católico y sentimental hacia la tecnología del gran diseño de los nuevos amos del mundo. Cogí el tranquillo. Me costó lo mío pero aquel mensaje de la radio de Manhattan emitiendo noticias las 24 horas del día para la ciudad que no duerme y aterriza como puedas marcó mi existencia, desde entonces tengo pesadillas y emulo del almirante Rickover, odio la guerra especialmente la de  exterminio que supondría una conflagración nuclear.

 Aquello me marcó conservo su huella indeleble. Vivimos con miedo a la bomba, aunque no deja de ser una ironía que el enemigo a batir sea la toxinas que encargó míster Trump a los chinos y esas toxinas corporales y bacterias que andan por el aire al que se refiere don Rafa el de Radio Carcamal. 

Hago propósito de apagar el transistor que no deja de difundir proclamas y consignas sobre los peligros del tabaco y la vida sedentaria, yo seguiré escribiendo en mi acetábulo del jardín de atrás y fumando en pipa, mi cachimba y yo estamos unidos hasta que la muerte nos separe

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