acusaron a china de haber creado el v irus del Covid pero segun mis investigaciones fue creado por los americanos en Ucrania. Un hijo de Biden posee un laboratorio farmacológico cerca de Kiev. ¿Política de exterminio ? ¿Querían conseguir lo que no pudo hacerse con la explosión de Chernobil que también sería provocada?
CADA LOBO POR SU SENDA HISTORIA
QUE CUENTA UN SUPERVIVIENTE DEL COVID
Vamos y venimos. No somos nadie y,
menos en tiempos de peste. La llaman la Pequinesa porque es un regalo
envenenado de los chinitos o bien puede ser el virus de la pascua judaica,
flagelo sin remedio, el morbo del exterminio, pero aquí va cada lobo por su
senda, y nadie quiere saber nada de nadie. Hay que disfrutar y cada mochuelo a
su olivo, cada oveja con su pareja. Yo voy a lo mío y tú te jodes. Como
Herodes. Reclamaciones al padre Ángel y a la mafia de Bergoglio. El príncipe de
los engaños reina entre nosotros. ¿No te lo dije? Tú no me haces caso.
Yo soy Polendos, Medel Polendos Juarrillos,
para servirles, y me acaban de dar de alta del hospital, me ingresaron victima
de esta nueva dolencia del virus coronado aunque tengo que prevenirte lector
que husmeas estas páginas que para el régimen asolador en que vivimos soy un
apestado desde hace bastante tiempo. Curado del vitrón colérico una vitamina sintética
diseñada para matar gente (lo llaman nueva táctica de ingeniería social maltusiana
para honrar a los santos de la Eutanasia) no sé si la elaboraron los chinos o
los norteamericanos o los israelitas en su ánimo de venganza por el tema del
Holocausto, ese factótum reivindicativo que tenemos los europeos hasta en la
sopa. Por vida de Xto no fui víctima del Sanedrín universal. La Virgen me curó.
Quiero liberarme de esa poliuria as
todas horas meando lágrimas por el mismo caño y al niño de Bruselas no se le
obtura el pItorrillo. Niño, ¿qué tal
meas?... Gota a gota, mi señor. Escuchen los guays y lamentos de Jeremías. Hoy
se cumplen tres cuartos de siglo del asalto a Poznam. Menuda carnicería que
prepararon los rusos del mariscal Yukov en Berlín… pasan los noticieros
imágenes apocalípticas de aquellos combates. Sangriento fue el asalto y el cerco. Aquello
fue entonces pero ahora es el virus siniestro tósigo y ponzoña ─no hay contra
virus a la pandemia sin remedio aunque te bebas una cantara de litro y medio…
están buscando una vacuna como locos─ que abrió de par en par los hornos de Auschwitz
en el supuesto de que allí hubiese hornos crematorios que el diablo el gran
entrometido se inventa cosas y es el gran fabulador el que fabrica embustes.
Actualmente es el campeón de las redes sociales, no te asustes, Federico.
Kissinger ese animal satánico
inventor de la política del paso a paso cuando era secretario de Estado y que
ordenó el bombardeo masivo de Dresde, insta a la vacunación intensiva. Sí. Sí.
Los satanistas quieren tallarnos con un nuevo orden mundial para su égida del
varapalo. Doña Rosa Mateo la musa de la tiranía democrática está al pairo.
Tratan de implantar la gran Compañía del anticristo en medio del caos y esos
bichitos que lanzan por el ordenador no te pongas ante las pantallas, Baudilio,
que vas a perecer, canta el miserere, tío, reza el confiteor. La consigna es
acabar con todos los viejos así se ahorran en pensiones. Llaman al
exterminador, están poniendo anuncios en los periódicos. Ya ni el zotal ni la
lejía ni el amoniaco descontamina. A
tapar la calle que no pase nadie. Hay que colocar al personal un bozal y a los
mastines de la tele una carlanca Pues ya digo yo me contaminé de ese bacilo
letal en un viaje que hice con los viejos a Salamanca. Regresé tosiendo, me
dolía la cabeza, tuve fiebre y me arreó
un apretón a la barriga, hube de ir al
baño no sé cuantas veces a cagar agua. Mi mujer la pobre me llevó en el pequeño
utilitario que tenemos al Gran Hospital. Allí me vio una doctora que era una
chica joven metiome dos palillos por las fosas nasales di positivo y con las
mismas se ordenó mi traslado a un sanatorio en El Escorial. Me instalaron en la
crujía de los apestados y vi el rostro fatídico de la muerte aquella noche. Vi la luz al otro lado del túnel y estuve a un
paso de la eternidad pero una señora misericordiosa, mujer de luz, me acogió en
su regazo, volví a sentir las caricias maternales, era Ella mi madre celeste, y
regresé a la vida. El cuerpo transparente, vestida de sol calzada de luna se subía a una tarima bajo la cual reptaba
enfurecida la serpiente. Yo flotaba sobre la cama del hospital en medio de
aquel delirio causado por los 39 de fiebre me vi salir por la ventana de la habitación 666 del dispensario cerca de
la Cruz que quieren derribar los satanistas. Yo cabalgaba en una nube y no
hacía caso a la enfermera ecuatoriana que me atendió solicita durante la
pandemia, que angustiada me llamaba por mi nombre Medel ven acá, no te vayas y
yo le dije ya soy viejo, querida enfermerita, he vivido bastante, cariño. Hay
que dejar hueco a los jóvenes.
─Eso es precisamente lo que
quiere el Maligno. Sacaron este virus de un matraz y engañando a todos lo
saltaron como si fuese el ave de la muerte. Le encomendaron acabar con los
viejos. Si no haces por tu vida, les vas a dar la razón a ellos. No te rindas, Medel.
No me rendí. Un legionario de
Cristo nunca entregará la cuchara aunque lo maten ni entregará la plaza al enemigo.
Yo no la escuchaba, (tenía que cumplir una misión
aun me queda mucho por hacer tengo las manos vacías muerte no vengas) pero el
virus se pegaba a mis carnes abriendo sus fauces como la hidra de seis cabezas
abriendo las fauces dispuesto a devorarme. Yo tratataba de huir y de encaramarme
a la azotea del empíreo pero cuanto yo más trataba de zafarme sus mandíbulas
apretaban con mayor fuerza. ¿Es allí donde se encuentra el Paraíso? No importa
si esta noche es la última. Vino un camillero y me ataron a la cama. Me suministraran
una droga gruesa casi como una manzana
color mazarrón que amargaba y casi me ahogaba, no pasaba el aire por el
diafragma, empecé a expulsar bilis negra me iba por arriba y por abajo, bajó la
fiebre y a la mañana estaba sentado en la cama rezando el rosario. Es de lo que
me acuerdo tras las imágenes de lo vivido aquella noche pasado en los dolores
de la crucifixión son confusas. Tengo una sensación vesicante del rostro de
aquella monjita que se me acercó vestida de un blanco manto y un sayal pardo su
expresión era muy dulce. Las enfermeras que me cuidaban tres ecuatorianas y una
almeriense que no le dio importancia a la cagalera que me entró de repente, una
navaja me perforó las tripas salió sangre fecal toda negra:
─No tiene importancia con tal que
te cures, hijo.
Me entró mucha desazón aquella
noche. No sólo creía que terminaba mi existencia sino que también veía el final
de los tiempos. Todo el mundo al valle de Josafat. Escuché el sonido de la
trompeta del juicio final.
─No es posible que esto se acabe.
La profecía dice que antes se tendrán que reconciliar los cristianos con los judíos
y que las tres religiones únicas hubiesen convivido un tiempo en hermandad.
─Esos son cuentos chinos que se inventan los popes─
dijo un diablo que estaba a la cabecera de la cama dispuesto a llevarme consigo
a las calderas en cuanto exhalase el
último suspiro
Había muerte y angustia y las
radios y las teles no cesaban de proferir calamidades. Los periodistas y las
chicas de la tele también se habían hecho apocalípticos. Profetizaban un baño
de sangre. El Trampas un hombre muy poderoso residente en la Gran Mampara
(decían que él era el que había puesto en circulación el desastroso miasma que
atacaba a los pulmones provocaba cagaleras y en última instancia apneas y
faltas de respiración) se flotaba las manos. Convocó a sus asesores y les
informó de que el remedio surtió efecto
─Había demasiada gente en el mundo, más de
siete mil millones. Buen procedimiento de diezmar excedentes demográficos sin
recurrir a la bomba atómica.
Un fraile del barrio franciscano
vino a verme a la mañana siguiente para darme la extremaunción y yo le dije que
naranjas de la China; hoy no me muero de ninguna de las maneras, que pertenecía a un iglesia
católica que no era la mía, le dije al cura que era una vergüenza que el nuevo
Papa condonase el derribo de las estatuas de fray Junípero, que quemasen las
imágenes de los santos que cristianizaron California o degollasen a los
cristos, pues metete por donde te quepa el oleo y el crisma bendito que no es
bendito pues lo profanó Satanás que yo le veía al Maligno mear dentro de la
crismera cuando tú subías en el ascensor. Sí, por donde te quepa, cura del
diablo, yo moriré en mi fe en Jesucristo, sagrado Corazón de Jesús en vos
confío:
─Yo, padre, no necesito viáticos
administrado por gente tan chaquetera e hipócrita como ustedes los católicos,
sois los aliados del Malandrín. Me hicisteis los curas católicos mucho daño en
mi vida y no os perdonaré ni en la hora de la muerte. Que os perdone Dios. Sois
gente mala y artera.
─Mira, hijo─ exclamó amenazante
el capellán hospitalario con su voz de borracho y su mirada salaz… se conoce
que durante la semana se dedicaba a sofaldar mozas en la sacristía o debajo del
púlpito─ vas a morir sin confesión. Irás al infierno de cabeza.
─Allí estaré calentito, fray
Enebro.
Me sentí orgulloso de haberle
dado calabazas a este confesor. Cuando marchó, apreté mi crucifijo que siempre
llevo entre los dedos y vi a la monja benefactora sonreírme. Recé entonces el
yo pecador.
La pandemia había llegado sin
avisar como un ciclón. Todo el globo se vio infectado. Hispania peccatrix. Sí,
nos lo merecemos. Castigo de dios El gran Perico llamó al Coletas y declaró el
estado de excepción. Era una encerrona. Nadie podía salir de la habitación. A mí
se me confinó en mi casa. Todo el personal del hospital se sentía fascinado por
mi pronta recuperación y cuando abandoné la crujía salí a hombros como un
torero en tarde triunfal. Afuera la brisa jugaba con las hojas de los castañoss
que acababan de brotar. Del monte de las Machotas circulaban nubes preñadas de
agua y la lluvia estaba camino del redil
yendo a por lana a punto de descargar sobre
los muros ciclópeos del Escorial inescrutables como siempre. No había tráfico
en la carretera, Madrid parecía una
ciudad fantasma. Las campanas de las iglesias convocaban a la sextaferia del
perdón. Mientras viajaba por los espacios infinitos en vuelo hacia el infierno
para no caer al vacío yo me así a las cernejas del caballo del Apocalipsis
montado por el Quinto Jinete que tocaba la trompeta. Agárrate que vienen
curvas, no sueltes la mano del timón. Miré hacia abajo a mis pies estaban los
espacios siderales. Pensé si me caigo me escoño y ahora no vendrá tu primo el
taxista el Maudillo el que te salvaras tantas veces de las hecatombes que has
tenido en la vida. Son muchos tus fracasos. Demasiados fracasos. Pero, alma
mía, expiada la culpa, bendecirás al Señor